Tuberculosis Bovina y sus métodos diagnósticos.

 Claudia Alcázar Montañez
claudia_alcazar21@hotmail.com

Palabras clave: Tuberculosis bovina, Medicina veterinaria, Diagnóstico

¿Es posible diferenciar una infección latente de la enfermedad como tal cuando hablamos de tuberculosis bovina mediante las pruebas diagnósticas señaladas en la Norma Oficial Mexicana correspondiente? La respuesta es sí, sí es posible diferenciarlas.

Para comenzar este análisis, la tuberculosis bovina (TB) es una enfermedad bacteriana crónica de los animales causada por el complejo de Mycobacterium tuberculosis, principalmente por M. bovis, pero también por M. caprae y, en menor medida, por M. tuberculosis. Es una importante enfermedad infecciosa del ganado bovino que también afecta a otros animales domesticados y a ciertas poblaciones de animales silvestres y que produce un estado general de enfermedad, neumonía, pérdida de peso y, a la larga, la muerte. Debido a que puede también transmitirse al humano, está considerada como una enfermedad zoonótica.(1)

El ganado es considerado como el principal reservorio de M. bovis y constituye la primera fuente de infección para los seres humanos. No obstante, la enfermedad se ha notificado en muchos otros animales domesticados y no domesticados, entre ellos: búfalos africanos y asiáticos domésticos, bisontes, ovejas, cabras, equinos, camellos, cerdos, ciervos, antílopes, perros, zorros, visones, primates, tapires, alces, elefantes, rinocerontes, zarigüeyas, focas, liebres, mapaches, coyotes entre otros, y varios felinos depredadores, como leones, tigres y leopardos. (1, 2)

La tuberculosis es una enfermedad que figura en la lista de la OIE y debe notificarse a la OIE como se indica en el Código Sanitario para los Animales Terrestres.

La mayoría de los casos de tuberculosis humana son causados por la especie bacteriana Mycobacterium tuberculosis. La tuberculosis zoonótica es una forma de tuberculosis en las personas causada esencialmente por una especie estrechamente relacionada, M. bovis, perteneciente al complejo M. tuberculosis. A veces, sin embargo, la bacteria permanece en estado latente en el organismo hospedador sin desencadenar la enfermedad, por lo que se dice que la bacteria puede estar “estática” o “latente”.

Los mecanismos de contagio pueden ser directos, mediante la saliva, esputos, y en el caso de la infección en humanos mediante el contacto con lesiones en actividades de rastro o matadero, e incluso mediante el consumo de lácteos no pasteurizados.

Los signos clínicos de la tuberculosis bovina no son específicamente distintivos y, por lo tanto, no permiten que los veterinarios establezcan un diagnóstico definitivo únicamente a partir de signos clínicos. (1, 2, 3)

En México, al 17 de enero de 2019 se ha reconocido el 85.77% del territorio nacional en fase de erradicación (Prevalencia menor al 0.5%). (4)

¿Cuáles son los métodos diagnósticos de la tuberculosis bovina?
La prueba cutánea de la tuberculina es el método estándar de diagnóstico en animales domésticos. Consiste en inyectar tuberculina bovina por vía intradérmica (un extracto purificado de proteína derivado de M. bovis) y luego medir el grosor de la piel en el sitio de inyección 72 horas después para detectar cualquier inflamación posterior en el lugar de la infección (signo de hipersensibilidad retardada asociado a la infección).

Si en un rebaño o animal se sospecha que ha estado en contacto muy recientemente con animales infectados, debe plantearse la posibilidad de realizar la prueba de la hipersensibilidad retardada con el fin de reducir la probabilidad de falsos negativos. Dado que esta prueba tiene una sensibilidad inferior al 100%, es improbable que en un rebaño se logre la erradicación de la tuberculosis con una sola prueba de la tuberculina. Debe reconocerse que cuando se utiliza en animales con infección crónica con enfermedad grave, la prueba de la tuberculina podría ser insensible. La prueba de la tuberculina no se ha validado bien en la mayoría de las especies, ni en bóvidos ni en no bóvidos. La prueba intradérmica comparativa de la tuberculina se utiliza para diferenciar entre animales infectados con M. bovis y los que responden a la tuberculina bovina como consecuencia de una exposición a otras micobacterias. La decisión relativa a si utilizar la prueba simple o la comparativa en general se basa en la prevalencia de la infección por tuberculosis y en el nivel de exposición ambiental a otros microorganismos que causen sensibilización. Esta sensibilización puede atribuirse a la reactividad cruzada a antígenos entre especies micobacterianas y géneros relacionados. 

Actualmente, se encuentran disponibles pruebas sanguíneas in vitro que detectan bacterias, anticuerpos o inmunidad celular. La prueba sanguínea más utilizada es la prueba IGRA, ensayo de liberación del interferón-gamma, que detecta una respuesta inmunitaria mediante células frente a la infección por M. bovis. Esta prueba se basa en el principio de que las células sanguíneas bovinas que se han expuesto previamente a M. bovis a través de una infección producen niveles elevados de interferón-gamma, tras una incubación in vitro por antígenos de M. bovis.

Sin embargo, el diagnóstico definitivo se confirma por cultivo e identificación de bacterias en laboratorio, un proceso que puede requerir ocho semanas o más. (1, 2, 3, 5)

La tuberculosis bovina suele diagnosticarse en el animal vivo valorando las reacciones de hipersensibilidad retardada. La infección suele ser subclínica; cuando aparece, los signos clínicos no pueden diferenciarse específicamente y pueden consistir en debilidad, anorexia, emaciación, disnea, aumento de tamaño de los ganglios linfáticos y tos, en concreto en los casos de tuberculosis avanzada. Tras la muerte, la infección se diagnostica mediante necropsia y técnicas histopatológicas y bacteriológicas. También pueden utilizarse métodos rápidos de detección del ácido nucleico, como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), aunque son técnicas exigentes que solo deberían utilizarse cuando estén adecuadamente validadas. El cultivo micobacteriano tradicional sigue siendo el método de referencia para la confirmación sistemática de la infección.

Los exámenes bacteriológicos podrían consistir en la observación de bacilos ácido resistentes mediante examen microscópico, lo cual proporciona una confirmación provisional. El aislamiento de micobacterias en medios de cultivo selectivos y su posterior identificación mediante cultivo y pruebas bioquímicas o técnicas de ADN, como la PCR, confirma la infección. La inoculación de animales, que se ha utilizado en el pasado para confirmar la infección por M. bovis, actualmente casi no se utiliza por consideraciones relativas al bienestar animal. La Norma Oficial Mexicana, así como su modificación: MODIFICACION a la Norma Oficial Mexicana NOM-031-ZOO-1995, Campaña Nacional contra la Tuberculosis Bovina (Mycobacterium bovis) incluye entre los métodos aceptados los enunciados anteriormente. (3, 5) 

Pruebas de laboratorio basadas en sangre
Además de la prueba intradérmica clásica de la tuberculina, se han utilizado varios análisis de sangre (Haagsma, 1993). Debido al coste y a la naturaleza más compleja de las pruebas de laboratorio, normalmente se utilizan como pruebas complementarias para maximizar la detección de animales infectados (prueba paralela), o para confirmar o negar los resultados de la prueba intracutánea (pruebas seriadas). También existen indicios de que cuando un a un animal infectado se le realiza la prueba intradérmica, durante la semana siguiente puede tener obtenerse un resultado más alto en un análisis de sangre. Esto permite contar con una mejor separación de las respuestas a las pruebas in-vitro para conseguir una mayor exactitud de las pruebas. La prueba del interferón gamma y la prueba de la proliferación de linfocitos miden la inmunidad celular, mientras que el ELISA mide la inmunidad humoral. En esta prueba, la liberación de un interferón gamma (IFN-γ) de linfocina se mide en un sistema de cultivo con sangre completa. La prueba se basa en la liberación de IFN-γ desde linfocitos sensibilizados durante un periodo de incubación de 16–24 horas con antígeno específico (tuberculina PPD) (Wood et al., 1990). En esta prueba se utiliza la comparación de la producción de IFN-γ tras una estimulación con PPD aviar y con PPD bovina. En algunas zonas, sobre todo donde la “inespecificidad” es prevalente, han surgido algunas preocupaciones relativas a la exactitud. No obstante, dada la capacidad de la prueba del IFN-γ de detectar infecciones tempranas, el uso de ambas pruebas en paralelo permite la detección de un mayor número de animales infectados antes de que se conviertan en una fuente de infección para otros animales, así como en una fuente de contaminación del medio (Gormley et al., 2006). 

Se ha intentado varias veces, aunque sin éxito, desarrollar pruebas serodiagnósticas clínicamente útiles para la detección de la tuberculosis. El ELISA parece ser la prueba más adecuada de detección de anticuerpos y puede constituir un complemento, más que una alternativa, de pruebas basadas en la inmunidad celular. Podría ser útil en ganado bovino y ciervos anérgicos. Una ventaja del ELISA es su simplicidad, pero la sensibilidad es baja principalmente debido a que la respuesta inmunitaria humoral es tardía e irregular en el ganado bovino en el curso de la enfermedad. La especificidad también es baja en el ganado bovino cuando se utilizan antígenos complejos como la tuberculina o filtrados de cultivo de M. bovis. (6)

Entonces, con base en toda la información revisada respecto a los métodos para diagnosticarla y su Historia Natural, ¿Es posible o no diferenciarla de estados de infección latente a la enfermedad como tal? 

Como ya se había señalado, la enfermedad es crónica, y en ocasiones incluso, la bacteria permanece en estado latente en el organismo hospedador sin desencadenar la enfermedad, lo cual complica un diagnóstico oportuno y fehaciente. Si se realiza la prueba en un estado muy pronto a la infección, puede resultar negativo al ser prealérgico. Por el contrario, una prueba demasiado tardía podría resultar anérgica. 

En casos similares a éste, la información que brinda la historia natural de la enfermedad (HNE) es sumamente importante al permitir incidir en el momento adecuado para el control de la tuberculosis. Lo mismo en relación con la condición epidemiológica del hato, el estado zoosanitario de la entidad, así como la procedencia e historial de los animales en tránsito (trazabilidad).  Es indispensable entonces, contar con toda esta información con el objetivo de identificar un factor predisponente que esté causando posiblemente un estado latente de la enfermedad. Con estos datos podemos ejecutar en principio las pruebas tamiz, a lo que, encontrando animales reactores, con propósitos de confirmar el diagnóstico definitivo podría acompañarse de pruebas serológicas, o el aislamiento del agente seguido de alguna prueba molecular. Es factible de esta manera diferenciar una condición ocasionada por agentes que originan reacciones cruzadas o bien una infección latente en algún animal expuesto a agentes ambientales o animales reactores. Incluso la decisión entre una prueba simple y una comparada se basa en la prevalencia de la infección por tuberculosis y en el nivel de exposición ambiental a otros microorganismos que causen sensibilización, dado que dicha sensibilización puede atribuirse a la reactividad cruzada a antígenos entre especies micobacterianas y géneros relacionados, siendo este criterio común a la Norma Oficial Mexicana y otros documentos internacionales de consulta. En caso de tener la opción de realizar pruebas moleculares y tener dudas en cuanto a los puntos de corte para aceptación o rechazo del diagnóstico definitivo, complementar la información con otra u otras pruebas es la mejor opción.

Y… ¿Qué hay en cuanto a posibles métodos de control que incluyan la vacunación?

¿Es necesario entonces aplicar más de un método diagnóstico para mejorar la especificidad de las pruebas en conjunto?

Se están desarrollando y evaluando vacunas para el uso en especies bovinas y salvajes, pero en este momento no se administran de forma sistemática porque podrían comprometer la utilización de la prueba intradérmica de la tuberculina y de otras pruebas inmunológicas destinadas a detectar animales infectados. Existen métodos estándar para la producción de las tuberculinas PPD bovinas. Los productos PPD, que se utilizan para llevar a cabo las pruebas especificadas, deben prepararse según los requisitos de la Organización Mundial de la Salud y deben cumplir estos requisitos con respecto a los materiales de partida, los métodos y precauciones aplicados durante la producción, las sustancias añadidas, la ausencia de contaminación, la identidad, la inocuidad, la potencia, la especificidad y la ausencia de efecto sensibilizante. (2, 4)

REFERENCIAS

  1. https://www.oie.int/es/sanidad-animal-en-el-mundo/enfermedades-de-los-animales/tuberculosis-bovina/
  2. https://www.oie.int/fileadmin/Home/esp/Health_standards/tahm/3.04.06_BOVINE_TB.pdf
  3. https://www.yumpu.com/es/document/read/13296506/herramientas-disponibles-para-el-diagnostico-de-tuberculosis-bovina
  4. https://www.gob.mx/senasica/documentos/situacion-actual-de-tuberculosis-bovina?state=published
  5. MODIFICACION a la Norma Oficial Mexicana NOM-031-ZOO-1995, Campaña Nacional contra la Tuberculosis Bovina (Mycobacterium bovis) http://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=4891270&fecha=27/08/1998
  6. http://www.cresa.es/cresa3/default.asp?mod=strmenu01&idioma=es

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