Anónimo
La amarga proscripción y la tristeza en su alma abrieron incurables herida, es un anciano, y lleva en su cabeza el polvo del camino de la vida
Juan de Dios Peza
Benditos sean aquellos que entienden lo torpe de mi caminar y la poca firmeza de mi pulso
Benditos sean aquellos que comprenden que ahora mis oídos se esfuerzan por oír las cosas que ellos dicen
Benditos sean aquellos que parecen comprender que mis ojos están empañados y mi sentido del humor es limitado
Benditos sean aquellos que con una sonrisa amable se detienen a charlar conmigo por unos momentos
Benditos sean aquellos que disimulan cuando derramo el café sobre la mesa
Benditos sean aquellos que comprenden mis fallas de memoria y nunca me dicen “ya has repetido la misma historia dos veces”
Benditos sean aquellos que saben despertar recuerdos de un pasado feliz
Benditos sean aquellos que me hacen saber que soy querido y respetado y que no estoy solo
Benditos sean aquellos que saben lo dificil que es encontrar fuerzas para llevar mi cruz
Benditos sean aquellos que son su amor me permiten esperar tranquilo el día de mi partida
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